por Vito Amalfitano
Mejor es que haya pasado ahora. Es un lugar común, pero se ajusta a lo que ocurrió con la Selección Argentina de fútbol en Krasnodar, ante Nigeria, a 205 días del Mundial de Rusia.
Aun sin Messi, la Selección jugó bien en ataque en todo el primer tiempo, con la confirmación de Sergio Agüero (que ya empezaba a ganarse un lugar en el partido ante Rusia del sábado); el golazo de Ever Banega de tiro libre que lo vuelve a poner en carrera; la reválida de Cristian Pavón, “ungido” por declaraciones de Lío tras el partido en Moscú, más allá de que fueron solo 15 minutos de desequilibrio.
Más allá de las consideraciones individuales, fue satisfactorio, en los primeros 45 minutos ante Nigeria, el funcionamiento colectivo en ataque, con Paulo Dybala desconectado pero con un gran pase en la jugada del segundo gol; con Banega manejando hilos; con Lo Celso y Enzo Pérez sumándose bien al circuito ofensivo; y con Pavón y Di María “abriendo” bien la cancha.
Pero la Selección fue otra absolutamente diferente en el rendimiento defensivo. Todas dudas. Ninguna certeza. Incluso antes de la ráfaga de goles de Nigeria, ya la caprichosa línea de tres de Sampaoli dejaba demasiados resquicios. Y habían quedado al desnudo imprecisiones peligrosas de Mascherano y de Pezzela.
El arquero Marchesín se sumó a la confusión general. Un mediocampo sin volante de contención definido ya fue un problema para esas brechas de la línea de tres, cuando en el primer tiempo había sido una solución para la claridad ofensiva.
Es cierto que no estuvo Messi. Y ello no es poca cosa. Pero la falta de conceptos para defender y de funcionamiento colectivo global ya se habían visto en esta Selección de Sampaoli en los pobres partidos por los puntos ante Venezuela y Perú, sobretodo en el primero de ellos.
Cuentan algunos periodistas con llegada a algunos referentes de la Selección que los jugadores ya le pidieron a Sampaoli no jugar con tres en el fondo. Después de esta actuación fallida, seguramente el entrenador evaluará la “sugerencia” con más detenimiento.
El balance de la gira por Rusia es ambivalente. Algunas conclusiones positivas de unos pocos pasajes del partido ante el local en Moscú y en el primer tiempo en Krasnodar. Quizá lo de Agüero y de Pavón sean los puntos más altos a la hora de esas conclusiones, también y fundamentalmente para el prisma del técnico. Pero las preocupaciones, en cantidad, son más, si se tiene en cuenta, además, que no se jugó precisamente contra Alemania o España. De cualquier forma, es mejor que el cachetazo haya llegado ahora y no más cerca del Mundial.